Sonidos Mexicanos

Roberto Velázquez Cabrera
Instituto Virtual de Investigación Tlapitzcalzin

Publicado en Sección Cultura de la revista EstePaís (Febrero 2007)1


Fig. 1. Modelo de tortuga cantadora de plata
(inspirado en uno antiguo de oro encontrado en Morelia, Michoacán).

Introducción

En el México Antiguo se producía una gran variedad de sonidos. Algunos de ellos eran generados por artefactos sonoros de tipos diversos, como los aerófonos que son los que han rescatado en mayor cantidad en condiciones operables. Se trata de instrumentos musicales o artefactos de viento que generan sonidos o ruidos por medio de corrientes de aire o lengüetas, y con una o varias cámaras resonadoras globulares, tubulares y de otras formas. Han sido llamados de múltiples formas -pitos, silbatos, flautas, etc.- pero la designación original de la mayoría se perdió. Se construían en materiales tan diversos como barro, carrizo, madera, hueso, caracol, concha, guajes o bules, carapachos de animales, cáscaras de frutas secas, cortezas de árbol, metal y piedra. Los aerófonos fueron producidos durante varios milenios y generan sonidos musicales, de la naturaleza, de seres biológicos y señales de diversos tipos y propósitos, incluyendo algunas que parecen de otro mundo. Eran objetos sagrados y fueron aprovechados intensamente en ritos, ceremonias, batallas, juegos y cacerías, entre otras actividades.

El estudio profundo de los aerófonos debe promoverse, si se quiere reconocer y rescatar nuestra organología y explorar su espacio sonoro. Se trata de ayudar a rescatar el rico y milenario arte de los aerófonos de origen prehispánico, que ha estado en decadencia por causas tan diversas como la conquista, el saqueo, la globalización, la burocracia y el menosprecio de lo indígena, a pesar de la independencia, la revolución y los ordenamientos legales para investigar y divulgar las culturas prehispánicas e indígenas. Estamos abiertos a todo tipo de chatarra comercial proveniente del exterior, pero sordos y cerrados al extraordinario patrimonio cultural propio.

El fino arte de los aerófonos antiguos y, en general, la singular tecnología sonora indígena, no han sido de interés para los investigadores humanistas ni para los técnicos y científicos cultos estudiosos. La investigación organológica abre una nueva ventana para conocer más sobre los gustos, habilidades, usos y costumbres de nuestros antepasados, y es el medio necesario para recuperar y aprovechar una rama productiva y cultural muy especial en la historia de la humanidad. El aprender a hacer artefactos sonoros permite revivir una rama económica/cultural desaparecida y hasta recrear un hermoso arte mexicano. Como ejemplo en la Fig. 1 se muestra una tortuga cantadora de plata.

Con la excepción de unos cuantos casos investigados con profundidad, los aerófonos mexicanos y de las grandes culturas antiguas no han sido analizados científicamente o considerando el punto de vista de la ingeniería y la acústica y aprovechando las herramientas disponibles de la tecnología en forma sistemática. Es imposible saber con exactitud como se hacían y usaban originalmente los artefactos sonoros, por las limitantes de la información escrita, iconográfica, arqueológica, antropológica, arqueológica, etc., pero sí se pueden analizar, al menos, sus capacidades y posibilidades de funcionamiento y de los sonidos que pueden producir, así como de sus efectos, como se ha hecho con los instrumentos musicales occidentales desde principios del siglo pasado. En ese sentido, ya se ha aplicado un método de análisis de aerófonos antiguos en más de sesenta estudios incluyendo una tesis.

En los siguientes apartados se comentan brevemente los aerófonos globulares y dos ejemplos básicos de ellos.

Aerófonos globulares

De los objetos sonoros antiguos, los aerófonos globulares son los que se han encontrado en mayor número y variedad. Se producían en una gran diversidad de formas, inspiradas en seres naturales y de la imaginación. La mayoría son de barro y actualmente se llaman silbatos como un huilacapliztli diseccionado (Fig. 2. Modelo diseccionado de un huilacapiztli, silbato con forma de ave). Se desconoce su antigüedad, pero el más primitivo pudo ser anterior al descubrimiento del fuego, porque aun crudo el barro puede producir sonidos, aunque es posible que el primero haya sido de otros materiales naturales perforados, como guaje, bule, jícara, cuastecomate, hueso, etc. El más sencillo requiere de un resonador globular con un hoyo sonoro, mismo que evolucionó durante muchos milenios hasta contar con un canal para guiar el aire de entrada y finalmente operar con un aeroducto.

Una de las causas por las que los aerófonos globulares antiguos no se han estudiado a fondo es la existencia de diversos mitos despreciativos.

Se dice que los silbatos son simples, pero su dinámica de generación del sonido es muy compleja (Fig. 3. Pintura de la dinámica del nacimiento del canto de un silbato. Las ondas sonoras resultan de una corriente de aire laminar que choca con un bisel cercano a la cavidad resonadora. El aire que sale del aeroducto choca con el bisel y se parte en dos ondas vibratorias. Una se desplaza dentro del resonador y regresa, empujando la corriente de aire y produciendo una onda hacia arriba del bisel, lo que genera mayor presión en las partículas de aire. El fenómeno se repite con una frecuencia que está en función del volumen del resonador, lo que genera una variación periódica de cambios de presión en las partículas del aire, cuyas ondas se propagan y afectan el tímpano del oído, produciendo la sensación sonora en el cerebro. Esa dinámica ya se ha empezado a analizar en detalle, en centros de investigación avanzados y laboratorios especializados, para el caso de las flautas de pico y los tubos de órganos, que actúan como silbatos tubulares cuando tocan una nota. Un método utiliza computadoras paralelas que simulan el modelo matemático dinámico del instrumento a fin de visualizar el comportamiento en los primeros milisegundos de operación. Otra técnica consiste en ver en tiempo real una serie de fotos de la dinámica del humo o dióxido de carbono inyectado y mezclado con el aire de excitación.

Se ha dicho que los silbatos eran juguetes elementales o instrumentos primitivos, pero sus propiedades acústicas y efectos auditivos indican que pudieron tener usos avanzados especiales. La mayoría son pequeños y de gran sonoridad, ya que producen sonidos con frecuencias dentro del rango de mayor sensibilidad auditiva del ser humano (1-5 KHz) y de muchos animales. Eso indica que pudieron ser adecuados para la comunicación entre humanos y con animales, para imitar sonidos de éstos últimos en fiestas ceremonias y ritos, para la caza, para anunciar eventos sociales; así como en guerras y batallas, en juegos, en tareas de vigilancia, etc. Los efectos sonoros más complejos se dan cuando varios de estos aerófonos se tocan al mismo tiempo, ya que pueden producir batimentos sónicos e infrasónicos (abajo de 20 KHz). Como los batimentos infrasónicos generan efectos especiales en el ser humano se cree que pudieron ser usados para propósitos chamánicos o mágicos y para mejorar o dañar la salud física y mental de las personas. Se ha comprobado que los sonidos de los silbatos se pueden escuchar bien en las grandes plazas ceremoniales y entre ellas y las pirámides cercanas. Algunos diseños de silbatos antiguos se han patentado e industrializado, pero sus constructores modernos no proporcionan ninguna información técnica de ellos.

Se dice que los silbatos sólo producen una nota, pero eso sucede cuando se tocan en forma simple, mediante una corriente de aire plana o constante en velocidad y presión neumática. Los silbatos pueden producir sonidos complejos. Si se excitan aprovechando todas las posibilidades sónicas del sistema fonador humano, se pueden generar sonidos parecidos a los de muchos seres biológicos, que eran admirados, venerados e imitados por los pueblos indígenas.

Silbatos zapotecos

Los silbatos zapotecos son un buen ejemplo de los aerófonos globulares antiguos y sus posibles usos (Fig. 4. Modelo de un silbato zapoteco de barro. Han venido siendo estudiados por el etnomusicólogo (Gonzalo Sánchez. Estas investigaciones son importantes porque indican que, si se utiliza un método y un poco de técnica, es posible empezar a hacer descubrimientos relevantes sobre la rica organología mexicana. El presente ejemplo se integró con extractos de los estudios de Sánchez.

Los silbatos que se analizaron corresponden a la cultura zapoteca del periodo Clásico (350-800 d.c.) y que en la cronología del Valle de Oaxaca se denomina época Monte Albán IIA y IIIB-IV. Los silbatos globulares con tocado consisten en una cámara resonadora globular, casi esférica, sin obturadores u hoyos para modificar la altura y con embocadura al pastillaje o de listón. Esta embocadura se localiza en la parte posterior del artefacto. El silbato se sostiene por tres soportes, dos de los cuales se asemejan a las patas de un ave; en algunos casos la embocadura sirve de soporte. En la parte superior de la cámara llevan un tocado, que asemeja la mayoría de las veces las fauces abiertas de un reptil, posiblemente una serpiente, con un mosaico laminado a su alrededor. Se ha identificado este tocado con la representación de la Xiucóatl, o serpiente de guerra, un icono presente en Teotihuacan y en la zona maya y que en la iconografía zapoteca tiene su equivalente en Xicani. Alfonso Caso identificó en estos aerófonos la representación del búho o tecolote con cabeza antropomorfa.

Los silbatos de la cultura zapoteca presentan estructuras morfológicas distintivas con respecto a otras regiones de Mesoamérica. Algunos de los silbatos tienen formas humanas o de animales. La pintura no es muy usada, aunque existen ejemplares pintados en rojo, posiblemente con cinabrio, y se les llega a asociar con la muerte. Generalmente, el barro utilizado es arenoso, gris o café. Los silbatos más antiguos tienen un hoyo sonoro circular y un protoaeroducto muy burdo que se puede hacer con un palito redondo y un listón de barro encima. La potencia de estos aerófonos no es alta, de cerca de 0.0003 Watts. Eso indica que los sonidos se pueden escuchar bien de cerca o en espacios cerrados, si los silbatos se tocan individualmente. Los sonidos generados se asemejan a los del aerófono de un cuastecomate y de otros similares hechos de bule, guaje, etc.

Los antiguos zapotecos consideraban al búho o tecolote como ave mensajera del inframundo. A través de un estudio etnomusicológico se ha podido descubrir que un grupo de silbatos procedentes de excavaciones arqueológicas, sobre todo de Monte Albán, reproducen el canto de dicha ave. Esta similitud puede verificarse no sólo al momento de escuchar el sonido del artefacto: el análisis acústico ha podido demostrar que, en efecto, los silbatos producen señales similares, y que cubren exactamente el mismo rango de frecuencias que el del canto del búho. Se agrega el hecho de que gran parte de los silbatos fueron encontrados en contextos mortuorios, por lo que estaríamos hablando de artefactos sonoros de uso ritual. Estos aerófonos posiblemente fueron usados en ceremonias fúnebres (los silbatos rotos pudieron haber sido “matados” con fines rituales) o como parte de una ofrenda para los muertos. Por este motivo no debe parecernos gratuito que en su decoración se emplee un color de gran carga simbólica como es el rojo, asociado al inframundo. La semejanza al búho o tecolote se aprecia no sólo en la morfología sino también en e sonido mismo que produce (de frecuencias bajas). La especie más común en Oaxaca es la del bubo Virginianun, conocido como búho o tecolote cornudo (dam en zapoteco).

En las culturas indígenas se considera a esta ave como mensajera del inframundo. Aun hoy en día en algunas comunidades de Oaxaca se tiene la creencia de que su canto anuncia la muerte de alguna persona; por tal motivo es considerada como de mal agüero. También se cree que estas aves representan naguales, es decir, seres que se transforman en animales y tienen el poder de robar el alma.

Se cree que el Xicani (visible en el tocado de los silbatos globulares) es un nigromante o hechicero que practica la adivinación con los muertos. Este icono está asociado a los juegos de pelota y a los ancestros prominentes. Al parecer se trataban de miembros de la élite gobernante que proclamaban tener los medios para transformarse en seres sobrenaturales y así comunicarse con los ancestros, lo que refuerza la idea de la comunicación con el inframundo.

Estos silbatos se hacían todavía en el pasado reciente. A principios del siglo xx había semejanzas entre los silbatos antiguos y los artesanales, elaborados en San Bartolo Coyotepec. Todavía en los años sesenta se podían adquirir estos últimos, denominados en zapoteco dam guiú (tecolote de tierra) y considerados por algunos como juguetes. La similitud entre los silbatos antiguos y los artesanales es grande; sin embargo, no se puede hablar de que el uso y la función sean los mismos.

En principio se creía que los silbatos mencionados eran poco interesantes. Sin embargo, con los estudios realizados se ha descubierto cómo la cultura zapoteca adoptó los sonidos de su entorno ecológico para atribuirles un significado, en este caso mortuorio y sobrenatural, y reproducirlo con el material disponible, la arcilla. Obviamente, la idea de que los silbatos eran juguetes se viene abajo. Probablemente eran de uso ritual, como se ha visto tanto por los contextos arqueológicos como por los datos de las fuentes etnohistóricas.

Aerófonos Labiales de Inclinación de Rancho Ina, Xcaret, Quintana Roo.

Los extraordinarios aerófonos labiales de inclinación se distinguen por tener un obturador tonal que se opera con los labios. Existían en varias zonas del México antiguo. Como ejemplo se muestra un modelo experimental de uno (Fig. 5) encontrado por Luis Alberto Martos bajo un muro colapsado en un sitio arqueológico situado cerca de Playa del Carmen, en la costa oriental de Quintana Roo. Se estima que esas ruinas mayas pertenecen al periodo Clásico Temprano (250-300 d.c.). La información escrita, arqueológica e iconográfica, sobre el uso original de este tipo de aerófonos es nula. Sin embargo, es posible analizar, al menos indirectamente, sus características organológicas y acústicas, y determinar sus posibles aplicaciones.

Los mejores sonidos que puede producir este tipo de aerófonos cantadores no son muy conocidos, ni son como los de la música melódica, con series o frases de tonos discretos; son muy parecidos a los de seres biológicos que producen cantos continuos y variables en rangos amplios de alta tesitura y de cierta complejidad, como los generados por algunos pájaros. Esos sonidos no se pueden representar fácilmente en pentagramas, pero aún se pueden escuchar en zonas rurales, en donde la biosfera aún no ha sido devastada.

La principal característica organológica de los aerófonos de inclinación es el diseño de su cámara resonadora. Es un pequeño tubo abierto en su extremo posterior, sobre la embocadura, que funciona como un gran obturador tonal operado con el labio inferior. Cambiando el ángulo del aerófono, en relación a la boca, se pueden producir sonidos con una variación continua de altura, pasando desde un modo de operación cerrado hasta uno abierto. Pero los sonidos más especiales y complejos se pueden generar combinando varias obturaciones en diferentes velocidades con insuflaciones, configuraciones del tracto bucal y vibraciones complejas de la lengua y de las cuerdas vocales. Los sonidos más hermosos y fuertes son los que parecen de pájaros cantadores como los mostrados en el espectrograma de la Fig. 6, aunque pueden generarse sonidos parecidos a los de diversos animales de la fauna mexicana como grillos y chicharras, mismos que se podían escuchar y venerar en el entorno de los pueblos antiguos, que vivían mucho más cercanos a la naturaleza que los de los pueblos urbanizados actuales.

La potencia acústica de estos aerófonos no es muy fuerte, pero considerando que la frecuencia de sus sonidos se encuentra dentro del rango de mayor sensibilidad auditiva del ser humano y de algunos animales como los pájaros, se pueden escuchar a distancias considerables (cerca de 300 m). Esos atributos los hacían ideales para ser usados en ceremonias en las plazas y lugares abiertos, y en aplicaciones de comunicaciones y señales en líneas de vista entre humanos y con pájaros dentro del centro ceremonial.

Por el tamaño reducido de estos diseños de silbatos, pueden ser de utilidad hasta para crear verdaderas joyas sonoras (Fig. 7. Modelos de joyas sonoras de plata y oro. Se han encontrado otros aerófonos labiales de inclinación similares en varias zonas, como unos Aerófonos del sitio de Ranas, Querétaro. recuperados por la investigadora del INAH Margarita Velasco, en el límite norte de Mesoamérica, pero son de una cultura más tardía (600-900 d.c.).

A pesar de que los ejemplos mostrados son sólo algunos de los casos más sencillos de aerófonos mexicanos antiguos, ya se ha comentado que guardan secretos importantes que se pueden descubrir y dar a conocer, aprovechando herramientas y técnicas disponibles. El rescate de cada artefacto sonoro antiguo es muy importante, pero su estudio a fondo y su divulgación es lo que permite revivirlo de verdad en nuestra realidad.

Nota 1. En la revista EstePaís se incluye adicionalmente una muestra de fotos de modelos experimentales de aerófonos mexicanos del autor.